4 de junio de 2010

La sociedad de los poetas muertos

COMENTARIO:
LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS


Weir, Peter. (1989). “La sociedad de los poetas muertos”. Estados Unidos.

Esta película trata de la educación que se imparte en un colegio/internado masculino en donde “tradición, honor, disciplina y excelencia” son los ejes fundamentales que orientan la educación que allí se imparte. La trama gira entorno a la revolución que ocasiona un exalumno y ahora profesor de literatura de dicho colegio, quien no comparte las metodologías de enseñanza del claustro y lleva poco a poco a sus estudiantes a revelarse contra el régimen impuesto, interesándolos en la poesía y motivándolos a luchar por alcanzar sus intereses, pero directivos, docentes y padres de familia aún no están preparados para aceptar este tipo de educación y el destino se alía con ellos para tener motivos que ocasionen el exterminio, por completo, de las nuevas políticas de educación (incluido el profesor) impuestas por dicho docente.
“La sociedad de los poetas muertos” muestra el contraste entre una educación tradicionalista y el romanticismo pedagógico , expone claramente como mediante el modelo academicista se limitan las capacidades de los estudiantes y la complejidad de un proceso de enseñanza, puesto que se considera que el docente es la persona que es dueña del saber absoluto y que por tanto, al aprendizaje debe consistir en que los estudiantes se impregnen de la mayor cantidad de saber que sea posible, sin preguntas u objeciones, pues ellos no conocen el mundo y por tanto, no pueden interpretarlo; bajo este modelo, las reglas y la conducta son sagradas y deben respetarse por encima de todo. Y es precisamente, contra todo esto, que se revela aquel docente de literatura, pues no concibe que el aprendizaje pueda tener lugar bajo dicho modelo, de ahí que, comienza a realizar sus clases bajo un enfoque diferente, un enfoque romántico, en el que el desarrollo y la potencialización de los intereses, habilidades y capacidades del alumno son lo realmente importante, pues es ahí donde ellos se disponen realmente a aprender, es ahí donde tiene sentido hablar de un proceso de enseñanza-aprendizaje, porque cada uno de los actores del mismo juega un papel importante, sin menospreciar o desvalorizar al otro individuo, cada uno encuentra en el otro apoyo, confianza y orientación que le permite realizarse como persona dentro de una sociedad.
Sin embargo, la sociedad en aquel entonces no estaba preparada para aceptar una educación en la que se reconociera en los muchachos sus capacidades y su autonomía, porque ello significaba que aquellos, que por siempre habían tenido el control del conocimiento y de la voluntad, perdieran el poder, el poder de dominar a los demás bajo preceptos educativos, y es entonces donde todo el sistema se empieza salir de los parámetros impuestos, el profesor ya no es el profesor de siempre, los estudiantes ya no actúan como debería ser y los padres de familias y directivos, no saben bailar ese nuevo tango.

Piaget habla de que el ser humano por naturaleza siempre busca en estado de equilibrio, asimilación y acomodación, pero cuando las cosas en una sociedad han tenido un “orden natural” nadie quiere dar tregua a un desequilibrio, porque ello implicaría aceptar nuevas reglas y nuevos roles, reglas y roles que no se saben asumir, provocando en unos y otros acciones fuera de control, caso tal, el del estudiante de la película que al ver como le arrebataban de sus manos la felicidad de aprender a hacer aquello que le gusta, toma la decisión de suicidarse.
Muchas personas quedarían perplejas observando esta película, llegarían, incluso, a pensar que la trama allí expuesta, hoy en día ha sido superada en la aulas, pero quedarían, tal vez más perplejas, si al analizar las clases que hoy en día reciben muchos estudiantes, se dan cuenta que aquellas son lobos feroces disfrazados de caperucita, pues son las mismas clases tradicionalistas, de aquella película, pero con uno que otro toque de libertad para los estudiantes. ¿Pero a quién culparíamos de ello? Dicen por ahí que tronco que nace torcido no endereza, ¿Cómo pedirle a un estudiante tradicional cambiar sus hábitos de estudio y de enseñanza, al convertirse en profesor? Uno da de lo que tiene, y por mi corta experiencia en los cauces de la enseñanza se que no es nada fácil tratar de implementar un modelo de aprendizaje diferente al que uno ha aprendido, pues el ser humano es un animal de costumbres y éstas a veces se salen del cuerpo pese a la voluntad de mantenerlas ocultas.

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