EL ROL DOCENTE
Hablar de aquello qué es un docente, de sus concepciones, de su profesión, entre otros aspectos, eran asuntos relativamente triviales de tratar antes de empezar a conocer “mejor” dicha profesión, pero hoy que he tenido la oportunidad de desempeñarme en algunas ocasiones como docente y que he tenido la oportunidad de prepararme para ello, ya no es tan fácil de hablar de dicha profesión, porque ahora sé que va más allá de lo que la sociedad y el país nos ha querido enseñar de la misma, es una profesión, tal vez, como cualquier otra, tanto que uno de mis profesores, muy acertadamente por cierto, la compara y la iguala con la medicina, porque nosotros al igual que los doctores tratamos con personas, con personas que sienten y piensan, y de nosotros depende el tipo y calidad de persona que está y estará conviviendo en sociedad, cualquier error cometido no puede ser corregido fácilmente, su marca estará en cada ser como las huellas que dejan las cirugías. Así que aventurémonos a hablar de la docencia, desde lo que es y lo que debería ser.
Definamos primero ¿Qué significa ser docente?, vaya pregunta, para los que se toman en serio su profesión seguro los hará pensar durante un buen tiempo, significa tantas cosas, que podría tener respuesta desde lo personal y lo ideal, pero como lo personal depende de lo ideal, definámosla como que el ser docente es tomar como opción profesional la de educar a la población que así lo requiera (niños, viejos, adultos, discapacitados física o mentalmente) para conocer, comprender, desenvolverse y transformar el mundo que le rodea, fácil, ¿Verdad? ¿Cómo enseñarle a alguien a vivir y desenvolverse en el mundo cuando muchos de nosotros nos levantamos cada mañana a aprender a cómo hacerlo?, no es nada fácil, mucho más cuando sabes que tus errores no son fácilmente corregibles, pero entonces ¿Cómo hacerlo? Siendo un docente con las ganas y el amor suficiente para luchar cada día por aprender a ser mejor persona (en cuanto a valores y moral) y por ayudar a quienes lo rodean a lograrlo también; preparándose intelectualmente por obtener los conocimientos conceptuales de su carrera como tal, pero también de tener un mínimo de conocimientos de los otros ámbitos de la vida que complementan y explican o son susceptibles de ser explicados, con nuestro énfasis; siendo concientes de que quienes ejercen ésta profesión no realizan un trabajo especifico para ser presentado a un jefe, sino para ser presentado al mundo, con los buenos ciudadanos y buenas personas que se van a desempeñar en el mismo, es decir, no olvidando que tenemos un compromiso social que compartimos con muchas otras personas y organizaciones, pero que actualmente ha sido delegado y puesto, casi de forma exclusiva, en nuestras manos; y, por ultimo, ayudando a los estudiantes a ser competitivos en una sociedad de ritmo acelerado, a ser seres sociales dentro de la comunidad en la que viven y a ser críticos y reflexivos ante sus propias acciones y las de los demás, para que busquen y se propongan transformar su entorno.
Todo suena muy bonito, bastante romántico para el gusto de algunos, lo sé, pero en eso consiste la profesión y los que estamos comprometidos con ella debemos quitarnos las barreras conformistas que nos ha impuesto la sociedad para poder pensar en que sí es posible cambiar y en que sí es posible mejorar con el compromiso y trabajo de todos. Para aquellos que no creen que su función como docente deba procurar lo anteriormente expuesto, entonces como docentes ¿Para qué preparan a sus estudiantes? ¿Para que puedan camuflarse fácilmente en una sociedad cada vez más corrupta y manipulativa?
Pese al malestar que les cause a algunos la visión futurista y romántica de la docencia, todavía existen personas que creen en un mundo mejor y en el poder de la educación y de la Escuela, como el lugar ideal para lograrlo, personas que trabajan arduamente haciendo investigaciones para proponer modelos y teorías pedagógicas que ayuden al docente a hacer de su carrera una verdadera profesión, modelos y teorías como: el constructivismo, la forma de enseñanza interestructurante, la educación matemática crítica y el conocimiento de la historia, que no pertenece a ningún modelo ni teoría pedagógica pero que ayuda a conocer el pasado, comprender el presente y predecir el futuro, que buscan hacer de la educación, de la enseñanza y el aprendizaje, un mejor proceso.
Analizando lo anteriormente planteado, debemos entonces preguntarnos ¿El ser docente requiere de vocación? Pareciera que sí, requiere de personas que ejerzan la labor con amor, con empeño, con empuje y con ideales de contribuir en la construcción de una mejor sociedad, y entonces habría que preguntarse ¿Cuántos de nosotros y de ustedes tienen esa vocación? ¿Cuántos están dispuestos a ver la docencia como una profesión de alta responsabilidad y no como un trabajo técnico de saber hacer y aprender a hacerlo?
Por mi parte solo me atrevo a decir que las causalidades de la vida me han traído hasta aquí, me han puesto en una labor que no apreciaba lo suficiente, en una labor que aún no domino (ni espero hacerlo) pero en la que creo firmemente y respeto inmensamente. Entonces ¿Amo mi profesión, tengo vocación para ella? No lo sé, solo se que si el arranque y las energías me duran para muchos años de ejercicio de la misma bajo un agrado irresistible, tal vez sí.
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